lunes, 21 de noviembre de 2011

EL PRECIO EN LAS ORGANIZACIONES CAPITALISTAS (III)

EL PUNTO DE EQUILIBRIO.
Tal y como hemos hablado en las entradas anteriores, el primer escalón que las sociedades capitalistas consideraron a la hora de analizar la fijación de los precios en el intercambio de bienes o servicios, fueron los costes incurridos para producir esos bienes o servicos.

Estos costes se interpretó que eran crecientes, o más bien, que el rendimiento obtenido añadiendo más factores de producción era decreciente, en lo que se dio en denominar "ley de los rendimientos decrecientes". A nivel microeconómico es fácilmente interpretable, ya que una vez superado el punto donde las economías de escala reducen los costes, estos suben de manera inexorable porque las sinergias no están tan claras. Todos hemos podido experimentar en la empresa esta ley, en la que por ejemplo, con dos horas de mano de obra producimos una cantidad "x", y con 4 horas, no necesariamente conseguimos una cantidad producida de "4x", si no más bien inferior.

El siguiente escalón que hubo que subir en la fijación de precios consistió en abandonar la visión completamente anclada en los costes para pasar a contemplar la visión de la demanda y por tanto la psicología de los individuos, según la cual la satisfacción lograda mediante el consumo de un bien aumenta con el incremento del consumo, pero este aumento de satisfacción se produce a un ritmo decreciente, de tal manera que se presenta una saturación progresiva, pero nunca total. Esta ley psicológica, se denominó "ley de la utilidad marginal decreciente".

Es decir, el primer vaso de agua que tomamos, nos proporciona mayor utilidad que los sucesivos, ya que nuestra sed va mermando, de forma que si por el primer vaso de agua estamos dispuestos a pagar 5€, por el segundo estaremos dispuestos a pagar una cantidad inferior a 5€ y por el tercero una cantidad inferior a la pagada por el segundo.

Tenemos pues, por una lado una "función de producción" creciente y por otro lado una oferta decreciente. De esta forma, el punto de equilibrio del mercado se daría en la intersección de estas dos curvas.

Vamos a verlo en un ejemplo: construyamos las curvas de demanda y oferta con un ejemplo sencillo basado en el mercado eléctrico.

Supongamos que existen tres empresas eléctricas decididas a vender su producción de la siguiente forma:
  • La Electrica 01 quiere vender 10 MW (Megavatios) a un precio de por lo menos 10 c€
  • La Electrica 02 quiere vender 20 MW (Megavatios) a un precio de por lo menos 30 c€
  • La Electrica 03 quiere vender 10 MW (Megavarios) a un precio de por lo menos 40c€
Supongamos que existen otras tres empresas que desean comprar con las siguientes necesidades:
  • La Empresa 01 quiere comprar 10 MW por debajo de 10 c€
  • La Empresa 02 quiere comprar 10 MW por debajo de 20 c€
  • La Empresa 03 quiere comprar 20 MW por debajo de 40 c€

Es evidente que las posibles negociaciones que pueden establecerse serán largas y las posibilidades, a poco que el número de empresas que concurren en el mercado sean más, aumentarán drásticamente. 

Si construimos las curvas agregadas de oferta y demanda, resultará un gráfico de este estilo:

 

Vemos que el punto donde se intersectan ambas curvas es de 20 MW intercambiados a un precio de 30 c€. De hecho el mercado Ibérico de electricidad funciona exactamente de esta forma, tal y como podemos ver en la siguiente gráfica extraída de página web de la empresa gestora del mercado. En la línea roja podemos ver (tras algunas correcciones) la energía intercambiada y su precio.


LA MARGINALIDAD EN MICROECONOMÍA
El concepto marginal, aplicado a la economía, se refiere a que un determinado parámetro está situado en el límite o en el margen. Por ejemplo, si nuestro contrato de suministro de agua potable pagamos 30€ al mes de "fijo" más 2€ por cada m3 consumido, si en un determinado mes consumimos 10 m3, el precio medio pagado por m3 de agua es PM = (30+2x10)/10 = 5€, mientras que el costo de ese m3 adicional es de 2€, o lo que es lo mismo el coste marginal del m3 de agua es de 2€; ni que decir tiene que en este caso particular, el precio medio del agua irá descendiendo, hasta que en el límite el precio medio se igualará al precio marginal. Otro ejemplo son las bolsas de plástico de los supermercados. Poder acceder a la primera bolsa de plástico es costoso, porque implica comprar en ese supermercado, pero una vez estamos en la caja ¿cual es el precio marginal de cada una de ellas? 0€. De hecho, dadas la implicaciones medioambientales que tienen estas bolsas, la única forma de que el consumidor perciba el coste asociado a las mismas y por tanto reduzca su consumo ha sido cobrarlas.
Esta marginalidad es aplicable tanto al coste, como a la utilidad obtenida por un individuo y por tanto a la demanda agregada.