martes, 24 de febrero de 2015

LA NUEVA ECONOMÍA DEL CAMBIO CLIMÁTICO

El cambio climático es ya una realidad, pero además afrontarlo puede ser una vía de mejora y crecimiento en la debilitada economía mundial.

Con una desmesurada cantidad de evidencias científicas, el cambio climático es algo ya incuestionable. Basta con dar un vistazo a la gráfica adjunta donde se representan para la anomalía de temperatura del aire de superficie con respecto a la media del periodo de referencia 1961–1990, cuatro series de datos de fuentes distintas (GHCN, Berkeley, CRUTEM y GISS) .

Fuente: IPCC Climate Change 2013: The Physical Science Basis
Este gráfica por si sola es ya bastante concluyente al respecto del aumento de la temperatura media global, pero las previsiones realizadas por el  Intergovernmental Panel on Climate Change (IPCC) en cuatro distintos escenarios de concentración de CO2, son desoladoras, con un incremento, en el peor de los escenarios de unos 4ºC de la temperatura con respecto a los niveles preindustriales:
Global mean temperature change
Un incremento de temperatura de esta naturaleza sería catastrófico para la producción de comida, salud humana y biodiversidad, amenazando en muchas partes del globo la supervivencia de las comunidades. Actualmente se están llevando a cabo negociaciones para elaborar un nuevo acuerdo internacional sobre cambio climático, que incluirá a todos los países y pondrá freno al calentamiento global a fin de que se mantenga por debajo de los 2ºC, el límite de calentamiento acordado a nivel internacional como tolerable.

Afrontar el cambio climático, se plantea tradicionalmente desde dos estrategias distintas:
  1. Mitigación de los efectos producidos por el cambio climático. Ejemplo: adopción de tecnologías renovables de producción de energía, sumideros de carbono, etc.
  2. Adaptación a los efectos producidos por le cambio climático. Algunos ejemplos de esta estrategia serían la construcción de diques para la contención de inundaciones, movimientos migratorios de la población hacia tierras más altas, etc..
Es evidente que las opciones de mitigación, al abordar el problema en un estadio previo, deben de ser por fuerza más económicas que las de adaptación, algo en sintonía con la lógica más elemental. Pero estas acciones de mitigación deben de tomarse de forma urgente, ya que los costes asociados a las mismas aumentan de forma exponencial, es más, una posposición de las estas acciones por más de 15 años, haría imposible aalcanzar cualquier objetivo de mitigar el cambio climático.

Estas medidas de mitigación del cambio climático, se han visto tradicionalmente opuestas al crecimiento económico, argumentando para ello la debilidad de la recuperación económica global. Sin embargo el reciente informe de la "Global Commission on the Economy and Climate", "The New Climate Economy: Better Growth, Better Climate" refuta también este razonamiento. El informe concluye que los esfuerzos para mitigar el cambio climático pueden desarrollar el crecimiento económico y además hacerlo relativamente pronto.

Pero ¿cómo moverse hacia esa economía baja en carbono?. El informe señala los beneficios de construcción de edificios e infraestructuras energéticamente eficientes necesarias para apuntalar la economía baja en carbono necesaria para el 2050, incorporando además estrategias bajas en carbono en los procesos de planificación municipal, aprovechar el potencial de mejora de la eficiencia a través de internet, así como el coste decreciente de las energías obtenidas a través de fuentes renovables.

La industria financiera tiene un rol central que jugar en la transición global hacia una economía baja en carbón. Los mercados financieros globales, al fin y al cabo, deberían canalizar información precisa que proteja a inversores y ahorradores de posibles desastres financieros y esto, por tanto, implica tener en cuenta si extensas zonas costeras quedarán inundadas o grandes zonas agrícolas quedarán inservibles.

El mercado financiero global debe de ser capaz de identificar el precio de la externalidad de una economía intensiva en carbono, y trasladar este precio al mercado con objeto de realizar las inversiones necesarias para el cambio de paradigma. Los flujos monetarios que serán necesarios son ingentes y se deberán de movilizar capitales tanto públicos como privados, y desde luego están muy lejos de los 100.000 millones al año acordados en Cancún y Copenhague.

El sistema financiero actual, que ha permitido el gran desarrollo de la humanidad desde la revolución industrial, mediante el crecimiento exponencial, ahora debe ser capaz de reinventarse para obtener un crecimiento sostenible.